1 de julio de 2025
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Café, memorias y segundas oportunidades: así fue la clase de barismo que ofrecimos en el penal Santa Mónica

Internas del Penal Santa Mónica de Chorrillos en clase de métodos de preparación de café. Foto: Arián Onaga.
Internas del Penal Santa Mónica de Chorrillos en clase de métodos de preparación de café. Foto: Arián Onaga

“Aprender para no volver a prisión. Porque la vida es mejor en libertad«

Las palabras de Cinthya Huamanyauri no son un eslogan: son experiencia, camino y convicción. Se las dice a un grupo de internas que no ha renunciado a soñar.

Sueñan con abrazar a sus hijos, volver a casa, empezar de nuevo. Incluso, volver a sus países.

Lizbeth Álvarez extraña México y recuerda el café con cierta nostalgia. Wendy Muñoz, de Venezuela, cierra los ojos y rememora aquellas tazas al lado de su familia. Vicky Zuta, de Perú, dice que en prisión no había tenido oportunidad de probar un café que no sea oscuro. Pero que la reconfortaba, la despertaba. La reconforta. La despierta. Pero este lunes descubrió algo nuevo. Ellas no superan los 40 años, y aguardan el día de recuperar la libertad. Están convencidas de que no cometerán los mismos errores. Han descubierto habilidades como hacer pan y dulces.

Lizbeth Álvarez extraña México y recuerda el café de su tierra con cierta nostalgia. Foto: Arián Onaga.

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El esposo de Cinthya pasó varios años en el penal Castro Castro, en San Juan de Lurigancho. Cuando recuperó su libertad, decidieron transformar el aprendizaje carcelario en un proyecto de futuro: así nació la Panificadora San Miguelito, una iniciativa de Cárceles Productivas del Instituto Nacional Penintenciario (INPE). Hoy, Cinthya y su esposo se mueven entre Castro Castro y Chorrillos, pero su apuesta va mucho más allá de esas paredes.

En el Establecimiento Penitenciario Mujeres de Chorrillos —más conocido como Santa Mónica— funciona un taller de pastelería y panadería, y también una pequeña cafetería abierta para internas y personal del penal. Hace un mes, la apuesta dio un giro: en la cuadra 10 de la avenida Huaylas, a unos pasos de la puerta principal, se inauguró un cálido espacio abierto al público. Una cafetería-pastelería que recibe a vecinos, visitantes del penal y caminantes curiosos que se dejan tentar por el aroma del pan recién horneado.

No es solo un negocio. Es un emprendimiento social con rostro femenino, pensado para que, algún día, las internas puedan trabajar en lo que les gusta y vivir de ello con dignidad. Las 18 mujeres que hoy están al frente del proyecto lo tienen claro: no buscan caridad, buscan empezar de nuevo.

La familia de Cinthya lo logró. Y ella no se guarda lo aprendido. Brinda consejos, organiza, motiva. Repite una y otra vez lo que aprendieron como familia: la libertad es lo más valioso.

LA CLASE

Gracias a la gestión de Cinthya y al respaldo del INPE, pudimos ofrecer una clase de barismo. Comenzamos contando brevemente la historia del café, con énfasis en el café peruano. Compartimos técnicas, métodos de preparación y consejos para que —si algún día abren su propia cafetería— sepan que hay un camino posible, real.

El café que usamos fue donado por Finca Tasta y Café Canaán. Para muchas internas fue una revelación: acostumbradas al café negro y amargo, descubrieron tazas dulces, florales, suaves. Las internas de Venezuela, México y Brasil lo comparaban con el café de sus países y recordaban las tazas familiares, los sabores de sus barrios. Las peruanas, sorprendidas, decían: “no sabíamos que el café podía saber así”.

Preparando el café de Finca Tasta. Foto: Arián Onaga.

Llevamos balanza, filtros, algunos recipientes y el café recién molido.

Cafecito de Café Canaán. Foto: Arián Onaga.

Les regalamos una MUPECO, la cafetera peruana creada por Rolando Ruiz, y les enseñamos a preparar con un V60 artesanal hecho por Ninia, empresa social que trabaja con internos de Castro Castro. También usamos la entrañable Cafetera de la abuela, la del gota a gota, que emplean habitualmente. Les mostramos cómo con distintos métodos y recetas podemos disfrutar tazas más aromáticas. No siempre fuertes. No siempre amargas.

Un V60 en el dripper de Ninia. Foto: Arián Onaga.

Ellas también nos enseñaron cómo preparan su café cotidianamente. Preguntaban sobre acompañamientos ideales, nos sorprendieron con un turrón de café y unas galletitas que bien podrían sumarse a la presentación de la bebida.

Y ellas también nos enseñaron. Foto: Arián Onaga

La clase terminó con café en el cuerpo y preguntas en el aire. Las conversaciones fluyeron: sobre el pasado, sobre lo que las trajo hasta aquí, pero también sobre lo que esperan cuando todo esto termine.

Probando recetas. Foto: Arián Onaga.

TRABAJO DEDICADO

En el taller de pastelería se trabaja con disciplina, pero también con alegría. Por momentos, se olvida uno de que está dentro de una cárcel. Las internas sonríen, se hacen bromas, colaboran, vuelan. Probamos uno de los mejores ciabattas de Lima, hecho con masa madre. También degustamos panetones, empanadas y una variedad de postres que bien podrían competir en cualquier vitrina del país.

Los ricos panes de Santa Mónica. Foto: Arián Onaga.

Fuera del taller, la cárcel tiene ese paisaje que no podemos dejar de considerar tristísimo aunque ellas hayan aprendido a sonreír en medio de sus adversidades. La lluvia pone una cuota de perpetua melancolía. En la cuadra donde están los teléfonos públicos, ellas aguardan para llamar a sus seres queridos. Se les puede ver ansiosas y emocionadas. Y quizás cuando cuelguen, la pena, otra vez. Y también la resistencia: esa actitud de esperar que tiene fecha límite, pero parece eterna.

Cinthya Huamanyauri, impulsora del emprendimiento. Foto: Arián Onaga.

«Ya falta poco», me dice una interna. Cuenta con los dedos, los años que le quedan tras las rejas. Me sonríe, pero sus ojos no acompañan la curva de sus labios recién remojados con café. Otra no quiere hablar del tiempo ni de lo que pasó. Porque debe ser muy pesado estar pendiente del calendario y regresar sobre ese instante que le cambió el destino.

Cafetería abierta al público en la cuadra 10 de Huaylas en Chorrillos.

Aquí, en Santa Mónica, no se habla solo de reinserción. La palabra futuro retumba fuerte. Se habla de futuro y de dignidad. De que sí hay segundas oportunidades.  

¿Qué son las cárceles productivas?

Cárceles productivas es una política promovida por el gobierno, a través del INPE, y tiene como marco legal el DL N° 1343, para la Promoción e Implementación de Talleres Productivos que facilita la participación de las empresas del sector privado en los penales del país.

Sigue a Panificadora San Miguelito aquí.

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