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Harry Aponte: el barista venezolano que impulsa la cultura del café en Perú

Harry Aponte, barista y consultor. Foto: Fernando Basaldúa

Llegó a Perú empujado por la necesidad, pero fue detrás de una barra donde encontró su propósito. Harry Aponte empezó sirviendo sánguches, pero su mirada inquieta lo llevó a observar cómo se preparaba el café y, sin saberlo, a descubrir una vocación. Convertirse en barista no fue solo una salida laboral: fue el inicio de una carrera que hoy lo tiene formando equipos, asesorando cafeterías y construyendo comunidad. Esta es la historia de un migrante que no solo encontró trabajo, sino una causa: dignificar el oficio, profesionalizar la industria y demostrar que el café también puede cambiar vidas, una barra a la vez.

¿Qué te trajo de Venezuela a Perú y cómo encontraste tu camino en el mundo del café?

La necesidad de salir de mi país me trajo a Perú. Lo elegí porque, en ese momento, había ganado tres veces un concurso y sonaba bastante, además de ser un país donde el costo de vida —especialmente la comida— era más accesible. Empecé trabajando en una panadería que tenía forma de herradura. Yo estaba en una esquina, vendiendo club sánguches, hot dogs y hamburguesas. A medida que el personal faltaba, iba cubriendo esos espacios hasta que finalmente llegué al área de la cafetería. Todos los días iba a tomarme un café que me preparaban las chicas del otro lado de la herradura, y veía cómo le hacían figuritas, lo que ahora sé que son rosetas. Lo curioso es que ellas no eran baristas, eran operadoras de máquina, y el café tampoco era de especialidad. Precisamente eso fue lo que me llamó la atención y me impulsó a investigar dónde estudiar. Así fue como, por curiosidad, me adentré en el mundo del café.

¿Cuál fue tu primer contacto con el café de especialidad? ¿Recuerdas esa primera taza que cambió tu perspectiva?

Mi primer contacto fue en la Escuela Venezolana del Café, durante mi primera especialización. Recuerdo probar café de Venezuela y lo que más me sorprendió fue darme cuenta de que no necesitaba azúcar. Podía disfrutarlo solo, y eso realmente cambió mi perspectiva.

¿Qué significó para ti ponerte detrás de una barra por primera vez como barista?

Lo vi como una oportunidad de ganar más dinero haciendo algo que me gustaba, algo que disfrutaba consumir. Fue la conexión entre mi pasión y mi sustento.

¿Cómo fue el salto de ser barista a convertirte en consultor? ¿Fue una decisión planeada o algo que se dio naturalmente?

Siempre me ha impulsado la necesidad de crecer y avanzar profesionalmente. En Venezuela, di el salto de barista a profesor. Aquí en Perú, regresé a la barra como barista y, de forma natural, evolucioné hacia la consultoría. Siempre con la intención de seguir trabajando para llegar más lejos en mi área, buscando ir un paso más allá.

¿Cuáles han sido los mayores aprendizajes que te dejó el servicio detrás de barra?

El mayor aprendizaje fue la oportunidad de conocer personas diversas que estaban fuera de mi círculo habitual y, a través de esas interacciones, poder hacer amistades significativas. La barra es un punto de conexión.

¿Qué habilidades o conocimientos crees que debe tener un barista que quiere crecer más allá de la barra?

Un barista que busca crecer debe tener habilidades blandas desarrolladas y una pasión profunda por lo que hace, buscando siempre la excelencia en cada preparación. Eso es fundamental.

¿Cuál es tu enfoque cuando asesoras una cafetería o un proyecto cafetalero?

Mi enfoque principal es descubrir qué es lo que el cliente realmente quiere transmitir u obtener con su proyecto. Puede ser satisfacer necesidades económicas, comunicar un concepto específico con sus productos o algo más. Una vez que entendemos ese objetivo, los guío para encontrar la mejor manera de alcanzarlo.

¿Qué errores comunes ves en los nuevos emprendimientos de café en Perú o Latinoamérica?

El error más común es no invertir en asesoría especializada para sus proyectos. En el rubro de restaurantes es muy común y por eso se mantienen en el tiempo. En café, veo que muchos emprendedores abren y cierran muy rápido; normalmente no duran más de un año. A menudo me encuentro con clientes que ya tienen comprado el diseño y los equipos sin tener clara su identidad de marca, sin saber a qué público quieren vender o si eso realmente les ayudará a satisfacer las necesidades del mercado. Solo se enfocan en cumplir su deseo de tener una cafetería, sin entender que la cafetería debe suplir una necesidad en la calle, y esto es lo que las lleva al fracaso rápido.

¿Cómo defines una buena experiencia de café? ¿Se trata solo de sabor, o hay algo más?

Para mí, una buena experiencia de café va más allá del sabor. En cada taza hay historias y recuerdos. La forma en que se prepara y todo lo que se comunica durante ese proceso influye enormemente en la percepción y el disfrute. Es un conjunto de sensaciones.

¿Tienes alguna rutina personal con el café? ¿Cómo lo tomas en casa?

La verdad es que en casa no tomo café. Como parte de mi trabajo es visitar diferentes cafeterías y probar sus ofertas, prefiero hacerlo fuera. Pero cuando trabajaba detrás de la barra, mi rutina era prepararme una prensa francesa antes de empezar mi turno. Era mi momento.

¿Qué diferencias has notado entre la cultura cafetera venezolana y la peruana?

La principal diferencia es que el peruano, en general, no tiene una cultura tan arraigada de tomar café frecuentemente. En contraste, el venezolano no concibe empezar el día sin una taza de café; es una costumbre mucho más profunda y extendida.

¿Qué retos has enfrentado como migrante en esta industria? ¿Y qué oportunidades únicas has tenido?

Como venezolano, sentí que al principio me costaba generar la misma confianza que un peruano. Conseguir que mi conocimiento fuera valorado y remunerado de manera justa fue un gran reto. Sin embargo, también he tenido oportunidades únicas: pude atender a Virgilio Martínez (Central), entrenar al personal de Juan Luis Martínez (Mérito) y trabajar con Francisco García, un campeón nacional.

¿Sientes que el café ha sido una forma de construir comunidad o familia lejos de casa?

Absolutamente. Sí, el café ha sido fundamental para mí. Todos mis conocidos y amigos actuales, de una u otra forma, están relacionados con el mundo del café. Ha sido mi manera de construir una red y una familia lejos de mi hogar.

¿Cuál es el consejo más valioso que das a nuevos baristas o emprendedores del café?

Les daría dos consejos: primero, que hagan las cosas porque realmente les gusten y les apasionen. Y segundo, que lleven sus redes sociales como si fueran un currículum, que reflejen todo el crecimiento y la evolución que han tenido dentro del rubro. Es su mejor carta de presentación.

¿Qué sueñas lograr como consultor en los próximos años?

Como consultor, mi sueño es tener varios proyectos exitosos funcionando y consolidados. Y a nivel personal, lograr tener mi propia cafetería, un espacio donde pueda plasmar toda mi visión y experiencia.

¿Hay algún país o proyecto soñado al que te gustaría llevar tu experiencia?

Actualmente tengo en mente Argentina como un posible destino para llevar mi experiencia, y también España.

¿Qué tendencia te entusiasma más en el mundo del café hoy?

Lo que más me entusiasma son las cafeterías experimentales, como la de Federico Bolaños (en El Salvador). Son proyectos que buscan vender algo más que una taza de café; venden una experiencia inmersiva, un concepto y una historia única.

(Nos reencontramos con Harry después de varios años en la cafetería Monótono de Barranco para conocer a fondo la preparación del café tradicional en Venezuela, el cual se llama guayoyo y se prepara con café molido en un colador de tela, que en los últimos años se encuentra en diversos mercados de Lima como el de Surquillo. Es una bebida cotidiana en los hogares venezolanos, consumida varias veces al día, especialmente en desayunos o tertulias. Si bien en Venezuela, la taza puede ser intensa y se hace como dice Harry de manera «inconsciente» con un ratio 1-15, lo cierto es que el barista que lo habita nos entregó una taza delicada y de excelente cuerpo. «No hay técnica. Es solo vertir y ya», dice. Empleamos café peruano, un geisha de Cajamarca).

DATO: Puedes ubicar a Harry y ver sus videos en su cuenta de Instagram aquí


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