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Día del Trabajo: el esfuerzo invisible de los caficultores peruanos que sostienen nuestra taza diaria

Placido Challco, caficultor de AYNI en Cusco.

En el Día Internacional del Trabajo, rendimos homenaje a quienes cultivan, cosechan y procesan el café que disfrutamos cada mañana. En Perú, más de 220 mil familias viven del café, muchas en condiciones de informalidad y escasa visibilidad.

Mientras muchos celebran con feriados, los caficultores peruanos —que laboran desde antes del amanecer— enfrentan jornadas de hasta 12 horas, sin contratos formales, sin acceso pleno a seguridad social y con precios que no siempre compensan su esfuerzo. En este 1 de mayo, su trabajo merece más que un reconocimiento simbólico: exige justicia y políticas sostenibles. 

Pero hay excepciones. APROCAESA (Asociación de Productores de Cafes Especiales Ayni) reúne desde el 2022 a los 10  cafetaleros líderes del valle de Huyro, en el distrito de Huayopata, en la provincia de La Convención, dentro de la región Cusco.

Una de las principales dificultades de la zona es el tema de la productividad y la escasez de recolectores, pero en el valle se practica el AYNI como forma de autoempleo e intercambio de trabajo para la tareas que demandan mayor horas hombre como en la época de cosecha

AYNI es el valor de la reciprocidad aplicado en el trabajo comunitario en las zonas rurales agrícolas, desde el incanato hasta nuestros tiempos. Los caficultores de AYNI cultivan café de alta calidad, aprecian su trabajo y reconocen el valor de cada jornada como un ritual a la tierra. 

CAFICULTORES EN EL PERÚ

En el Perú, la cadena del café emplea directamente a más de 223,000 familias campesinas, según datos del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Estas familias no solo cultivan una de las bebidas más consumidas del mundo, sino que lo hacen en condiciones climáticas difíciles, en terrenos empinados y muchas veces sin acceso a tecnología moderna.

Aunque el Perú es el quinto exportador mundial de café orgánico, según PromPerú, los ingresos de los caficultores siguen siendo bajos debido a la volatilidad de los precios internacionales y la falta de valor agregado. De acuerdo con la Junta Nacional del Café, el 70% de los productores gana menos de S/ 1,000 mensuales.

Además, el trabajo infantil sigue siendo un problema latente en algunas zonas cafetaleras. Según un estudio del Observatorio de Trabajo Infantil del Ministerio de Trabajo, en regiones como Junín, Amazonas y Puno se reportan niños que colaboran en cosechas durante la campaña alta.

Sin embargo, no todo es pesimismo. Tenemos el caso de AYNI y hay numerosos casos en el Perú que nos permiten una mirada menos pesimista.

El fortalecimiento de cooperativas, el acceso a las certificaciones y el avance del comercio directo han permitido a algunas comunidades obtener mejores precios y condiciones. Para muchos de estos hombres y mujeres del campo, un ideal es que se valore su trabajo como guardianes del bosque y artífices de una taza maestra.  

En este Día del Trabajo, mirar a quienes están detrás del café que bebemos no es un gesto romántico, sino un deber ético. Exigir condiciones laborales dignas para los caficultores y apoyar el comercio justo son acciones concretas que todos debemos promover, destacar y apoyar.

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